¡Me roban el sol!
¡Me roban el sol de la mañana!
¡A fuerza de espasmos de martillo
Y sierras de dientes rechinantes!
La luz sólo podrá llegar a mi
ventana
cuando ya esté demasiado alta,
cuando su causa sea ya
incendiaria.
El castillito ingles de al lado
se murió de pena
prensado
contra una medianera,
su vista cegada para siempre
por el hermano bobo
que se le plantó delante.
A los viejos balcones blancos
de la época de Evita
al otro lado de los pinos
se les acabaron las tardes en
dorado
soñando las bahías
del Mediterráneo.
Ya no veré mas las lunas
amarillas
de Aries
o Tauro;
el macetón de la terraza
del Instituto Di Tella
con sus flores adecuadamente
psicodélicas.
Otro cretino usando
de papel higiénico
el código de planeamiento urbano.
Otra colmena atiborrada,
oscura, con su asquerosa
mezcla de olores de comida
en los pasillos.
Así creciste, Buenos Aires,
como un forzudo repleto de
esteroides.
Hasta que tu corazón, un día,
Haga
¡plop!
Poema: Aznar, P. (2005). Pruebas de Fuego. Buenos Aires:
Longseller.
Foto: Amalia Pérez Alzueta, Caos Capitalino (Proyecto 366, 2012)
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